Eduardo Noguera es presidente de la Federación de Peñas del FC Cartagena desde mayo, cuando asumió el cargo tras vencer en unas elecciones internas marcadas por el deseo de renovación. Fundador de la Peña Norte Albinegro, representa a una nueva generación de aficionados comprometidos, críticos y decididos a alzar la voz cuando sienten que el club se aleja de su gente. Desde ese papel, lidera una etapa convulsa marcada por la falta de comunicación con la propiedad, la incertidumbre institucional y el temor a perder la identidad del equipo. En pleno mes de julio, con media ciudad en la playa y el Cartagonova en silencio, el cartagenerismo más movilizado sigue despierto. Noguera atiende a MurciaEconomía con un discurso cercano, templado y firme. Se ha convertido en una de las voces más reconocibles de una afición que exige respuestas.
“La situación es la que es: de momento el club sigue en manos de Divino Inversores y Paco Belmonte”, explica. El posible cambio de propiedad sigue sin confirmarse, y mientras tanto, la incertidumbre se multiplica entre los aficionados. Lo que más duele, reconoce, es el silencio. “Desde junio no hemos tenido ningún tipo de comunicación por parte del club. Ni con Belmonte ni con nadie”.
Desde la Federación, han pedido a la afición que no renueve los abonos. La decisión, asegura, no se tomó a la ligera. “Lo hicimos para defender la identidad del club. No es una cuestión contra el equipo, sino a favor de la transparencia. Hasta que no sepamos quién va a gestionar esto y cómo, no podemos seguir igual”.
Sobre el posible nuevo propietario, Noguera no se anda con rodeos: “Lo que pedimos es respeto por el escudo y transparencia en todas las decisiones. Si viene alguien de fuera, tendrá que entender lo que significa este club para la ciudad”.
Más que miedo al cambio, lo que trasluce en sus palabras es temor a la despersonalización. “El riesgo es que se diluya todo. Que el Cartagena deje de ser el Cartagena. Que se convierta en una marca sin alma”. Y no solo se refiere a una posible llegada de un grupo inversor como el City Group. “También si sigue Belmonte, si no cambia la manera de actuar, estamos en el mismo problema”.
Si algún día se les invita a sentarse con la directiva, Noguera lo tiene claro: “No queremos sillones vacíos. Queremos voz real. Representamos a mucha gente que siente estos colores y no puede ser ignorada. El club no es solo una empresa: es su gente, su historia”.
A nivel deportivo, pide lo que pide cualquier aficionado: competitividad y ambición. Pero sabe que el fútbol es imprevisible. Lo institucional, en cambio, sí puede gestionarse con voluntad. “Queremos que todo se normalice. Que vuelva la comunicación. Que se sepa en qué se gasta el dinero. Que haya respeto hacia todos los que formamos parte del club”.
La última manifestación frente al estadio fue una señal de esa necesidad de recuperar el vínculo. “Otras veces la afluencia fue escasa, pero esta vez fue diferente. La gente ha despertado. Ha entendido que el Cartagena también somos nosotros. Que esto no va solo de ganar o perder, sino de defender un sentimiento”.
El mensaje tras esa movilización es claro: unidad. “Tenemos que ir todos a una. Si no hay avances, volveremos a movilizarnos. Pero sin fracturas internas, sin protagonismos. Esto es de todos”.
De momento, no hay nuevas acciones programadas. Pero no descartan nada. “Nuestra última acción era importante. Ahora toca ver cómo evoluciona todo. Si hay voluntad de diálogo, bien. Y si no, seguiremos siendo reivindicativos”.
Antes de despedirse, lanza una reflexión que resume toda su posición. “La propiedad puede ser privada, pero el sentimiento no. La afición es la que mantiene vivo al club. Si no participa, si no se le escucha, el Cartagena morirá”.
Dicho así, sin adornos ni dramatismos, parece más una advertencia que una queja. Un recordatorio de que el fútbol, en Cartagena y en cualquier parte, solo tiene sentido si quienes lo viven están dentro.