Carlos Alcaraz accedió este domingo a su novena semifinal consecutiva, superando al estadounidense Nakashima 6-2, 6-4 en un partido repleto de poderío. Ante la mirada del Ariake Colosseum, uno de los templos más emblemáticos de la gira asiática, el No. 1 mundial exhibió una confianza total en sus movimientos para quedar a dos pasos de la copa. Si las rondas definitivas exigen un ejercicio de autoridad, el murciano se regaló el partido más completo del torneo.
Alcaraz aterrizó en las semifinales enviando un mensaje claro al vestuario, que observa cómo los triunfos se acumulan en sus manos. El español sumó su 65ª victoria de la temporada, igualando el mejor registro de su carrera con un lienzo en blanco por delante: casi dos meses de competición para pulverizar la marca. Con apenas 22 años y la energía de la juventud como combustible, la posibilidad de empujar sus límites es una realidad sin paliativos.
La recuperación exhibida en la segunda ronda, donde no mostró secuelas en un tobillo torcido en el debut, fue confirmada con un rendimiento espléndido en los cuartos de final. El murciano cubrió la pista con la soltura habitual, convirtiendo la velocidad de piernas en un elemento diferencial ante su rival. Alcaraz, que no entregó un solo servicio por primera vez en el torneo, correteó ante el asombro de la afición nipona, rendida a las virtudes atléticas de un deportista diferente.
Ahora, la lucha por el trono de Tokio colocará al español ante un reto de grandes dimensiones, capaz de medir de manera fiable la temperatura de su juego. Alcaraz disputará las semifinales ante Ruud. El tenista de El Palmar sigue exprimiéndose con la posibilidad de cerrar la temporada en la cima por segunda ocasión en su carrera, subrayando una nueva era al frente del tenis profesional masculino.