Carlos Alcaraz ha venido a dar espectáculo a Nueva York. El murciano encontró este viernes el camino a los octavos de final del Abierto de Estados Unidos, venciendo por 6-2, 6-4, 6-0 al italiano Darderi para completar una primera semana impecable en La Gran Manzana. En el partido que abrió la jornada, los golpes del murciano atravesaron la pista con una convicción absoluta, suficiente para completar la victoria en una hora y 40 minutos de juego. Si el ecuador del torneo exige un ritmo de pelota especial, el murciano tachó ese encargo de su lista.
Tras superar los dos primeros partidos en sesión nocturna, Alcaraz encontró unas condiciones ideales bajo el sol de Nueva York. Su habilidad para cambiar alturas y juguetear con los efectos de la pelota encontró un terreno abonado al calor del mediodía, donde el antiguo campeón siempre despliega una versión especial. Ante la mirada de Flushing Meadows, el escenario que le vio levantar su primera copa de Grand Slam, el murciano volvió a recordar algo más que evidente: ha aterrizado en Nueva York dispuesto a recuperar el trono.
El español se sumergió en un partido que le planteó escenarios de todo tipo, una prueba de fuego antes de atacar la segunda semana del torneo. Alcaraz brilló con el viento a favor, dominando una primera manga en la que apenas concedió dos puntos con el servicio. Fue paciente ante las curvas, aceptando la pérdida de un quiebre que pudo enmarañar el segundo parcial. Y supo asestar el golpe definitivo, con un tercer set que enderezó desde el principio. En definitiva, un foco permanente ante la ciudad con más estímulos del mundo.
El de El Palmar intentará aprovechar su inercia en superficie dura para seguir penetrando una parte baja del cuadro donde tiene el respeto asegurado. El murciano, que mantiene una impecable gira norteamericana tras conquistar el Masters 1000 de Cincinnati, disputará los octavos de final ante el francés Rinderknech. Un reto que aparecerá ante sus manos este próximo lunes.
Alcaraz, también, compite en Nueva York con la posibilidad de grabar su nombre con letras mayúsculas en la historia del torneo. Con apenas 22 años, el español aspira a convertirse en el 10º hombre de la Era Abierta capaz de conquistar múltiples títulos individuales de campeón, una gesta reservada a las leyendas del tenis profesional.