Ganar lejos del Palacio de los Deportes se ha convertido en misión imposible para el Caesa Cartagena. Dese abril el cuadro albinegro no consigue una vicotia, fue ante Hestia Menorca para asegurar la disputa de los playoff de ascenso. En el Amenábar Arena nada nuevo bajo el sol, el Inveready Gipuzkoa mostró un juego mucho más coral que la escuadra de Félix Alonso (75-69).
La clave estuvo en la defensa del cuadro vasco, que desarmó el habitual estilo de juego del grupo del técnico leonés. Sergio García fue más ágil durante el partido y supo encontrar una alternativa para imponerse sin el protagonismo habitual de referentes suyos como Ansorregui o Ngom. El Caesa, sin los puntos y el toque mágico de Faverani, dejó de ser un problema. Solo Garuba anotó con facilidad. El resto sufrió durante muchos minutos frente a un rival que ofrece pocas fisuras en su aro.
Las estrellas de los dos equipos apenas brillaron. Llenaron las previas y desertaron en los primeros minutos, minimizados por sus defensores. Faverani, Thomas, Kelly y Rivera sufrían ante las defensas que se encontraron enfrente. Los locales sonreían al ver que su rival se iba al descanso con sólo 36 puntos, calderilla para un conjunto acostumbrado a generar una mayor anotación. Pero en este arranque de temporada el Caesa ha tenido partidos con algún atasco y de repente, en cuanto encuentra una buena racha en los triples, recorta la desventaja en un suspiro.
Su virtud, pese a todo, era también su condena. El conjunto portuario era mucho más individualista que el cuadro donostiarra, que tenía por delante varios caminos diferentes para llegar al triunfo. No le importaba ponerse en manos de Terry. El equipo de Sergio García terminó creciéndose. Todo lo contrario que el Caesa Cartagena. Garuba era insuficiente para plantar cara a unos jugadores más inteligentes en la cancha. El equipo albinegro no supo adaptarse al partido y terminó hincando la rodilla. La escasa flexibilidad en su estilo es uno de sus puntos débiles y el Gipuzkoa supo explotarlo.