La Armada ha encargado a Navantia un estudio de viabilidad sobre la construcción del primer portaviones español convencional, es decir, aquel en el que pueden tomar los aviones rodando por la pista. Hasta ahora, los portaeronaves españolas solo permiten operar a los aviones de toma vertical.
Fuentes de la Armada advierten de que la dependencia de un único modelo de avión supone una vulnerabilidad, no solo política, sino también industrial, ya que la compañía fabricante, Lockheed Martin, podría dejar de producirlo por falta de rentabilidad o presentar problemas en la cadena de suministro.
El estudio encargado a Navantia y financiado con fondos propios de la Armada deberá concretar las características técnicas del buque, desde la longitud de la pista hasta el desplazamiento, aunque se estima que rondará las 40.000 toneladas, un 50% más que el Juan Carlos I LHD, el mayor buque de la Armada española, y podrá embarcar una treintena de aeronaves, entre aviones y helicópteros. Además, se estudiará la incorporación de una catapulta electromagnética para el lanzamiento y recuperación de los aviones. Fuentes militares sostienen que, desde el punto de vista tecnológico, el diseño y construcción de un portaviones convencional es menos complejo que el de una fragata y multiplica la capacidad de proyección del poder naval a larga distancia.
El proyecto de la Armada de contar con un portaviones convencional abre el abanico de posibilidades, ya que permitiría optar por otra versión del F-35, la Charlie, o por un modelo europeo, como el Rafale M francés.
En cualquier caso, las fuentes consultadas explican que se trata de un proyecto embrionario y que, una vez concluido el estudio de viabilidad, el Gobierno deberá tomar una decisión. Su financiación, agregan, sería posible con 2,1% del PIB que España se ha comprometido a invertir en defensa. El tiempo necesario para hacer realidad un proyecto de esta envergadura ronda entre 10 y 15 años.