Félix Alonso aterrizó en el Palacio de los Deportes de Cartagena como un salvavidas en medio de una tormenta. Tomó el control de un Grupo Caesa que había acabado la campaña 24/25 jugando los playoff de ascenso a la Liga Endesa, aunque tras diez jornadas disputadas de Primera FEB el equipo ocupa la última posición de la clasificación. Su energía en el banquillo y visión táctica le hicieron aterrizar en la trimilenaria, pero la ilusión se desvanece con rapidez.
El verano golpeó fuerte al proyecto. Sin fichajes de jerarquía y con la marcha de jugadores clave, el técnico leonés se quedó con una plantilla corta y sin equilibrio. Lo que parecía un punto de partida se convirtió en un rompecabezas incompleto. La falta de fondo de armario ha dejado al entrenador cartagenero sin margen para reinventarse en los partidos.
La derrota ante el Palmer Basket fue un aviso más. El Caesa Cartagena no compite ni reacciona y la grada ya percibe el desgate. Félix Alonso, que antes encarnaba esperanza, hoy proyecta incertidumbre en un entorno cada vez más tenso.
Más de siete jornadas sin ganar y un calendario que no concede respiro dibujan un panorama crítico. Con el Grupo Alega Cantabria y Leyma Coruña como próximos rivales, el margen de maniobra se estrecha. El Palacio de los Deportes que, antes aplaudía el esfuerzo, ahora exige respuestas y teme los fantasmas del descenso.
El tiempo todavía juega a favor del entrenador, pero el calendario apremia. Félix Alonso necesita resultados y apoyo institucional para sostener el proyecto. El fútbol no vive del pasado, y el presente del Grupo Caesa Cartagena es tan gris como incierto.




















































