Carlos Alcaraz ya está en cuartos de final de Wimbledon, por tercer año consecutivo. Y lo ha hecho superando uno de esos exámenes que no siempre se aprueban con talento. El número dos del mundo derrotó al ruso Andrey Rublev por 6-7(5), 6-3, 6-4 y 6-4 en tres horas y un minuto de un partido que empezó con dudas pero terminó con puño firme, cabeza fría y una hoja de estadísticas que resume el crecimiento del murciano durante el encuentro: 22 saques directos, 38 golpes ganadores y un dominio absoluto desde el segundo set.
La historia empezó torcida. Rublev, que jamás ha pisado unas semifinales de Grand Slam, entró a la pista como si estuviera dispuesto a acabar con esa maldición. Jugó sin miedo, pegando duro y profundo, imponiendo un ritmo que descolocó a Carlitos. El español no encontraba el tiempo para armar su tenis, cometía errores desde el fondo y no podía cortar la hemorragia en los intercambios largos. El primer set se le escapó en el ‘tie break’.
Pero lo que define a los campeones no es ganar sin sufrir, sino encontrar soluciones en medio de la tormenta. Y Alcaraz lo hizo. A partir del segundo set empezó a conectar primeros servicios con precisión, abrió la pista con su derecha y recuperó su habitual capacidad de dictar el punto. Rublev seguía resistiendo, pero su lenguaje corporal ya no era el mismo. Se le escapaban más bolas, miraba más al suelo y gesticulaba con resignación cada vez que una volea suya acababa en la red.
El tercer parcial fue un resumen perfecto del dominio psicológico de Alcaraz. Break en el momento justo, juego en blanco para consolidar la ventaja y una sensación de que la pista era suya. Con cada ace, con cada dejada medida, el español reforzaba su autoridad ante un Rublev que sabía que estaba cayendo en el partido.
El cuarto set fue una demostración de madurez competitiva por parte de Alcaraz. Sin necesidad de arrasar, el murciano mantuvo el control del partido con una mezcla de solidez y temple. Rublev, lejos de rendirse, siguió soltando golpes potentes y buscando ángulos, pero cada intento se estrellaba contra un rival que ya olía la victoria.
Carlitos no ofreció grietas con su servicio, resolviendo con autoridad cada turno al saque —varios en blanco— y esperando su momento para asestar el golpe definitivo. Ese momento llegó en el quinto juego, cuando apretó desde el resto, obligó al ruso al error y rompió su saque para ponerse 3-2. Con el break arriba, Carlitos tiro de saque y cerró el partido con un 6-4, que firmó su billete a cuartos.
El murciano se mete así entre los ocho mejores del torneo por tercer año seguido. Su rival será el brtánico Cameron Norrie que venció al chileno Nicolás Jarry en cinco sets. Si Carlos mantiene el nivel que mostró a partir del segundo set, pocos parecen en condiciones de frenar su avance. Alcaraz ha demostrado que sabe sufrir en Wimbledon.